Estando el apostol Pablo en Antioquía de Siria, vino de Jerusalen a visitarle el hermano Bernabé quien permaneció allí junto a Pablo por espacio de un año afirmando la fe de los antioqueños. Al cabo de un tiempo vino tambien de Jerusalen a Antioquía un profeta llamado Agabo quien les profetizó sobre una plaga de hambre que había de venir a Jerusalen, por lo que se dispuso hacer una colecta y enviársela a los hermanos de la iglesia con Bernabé y Saulo.
Mucho tiempo después Pablo determinó regresar a Jerusalen y estando en Cesaréa le salió al encuentro Agabo el profeta que le había profetizado en Antioquía sobre la hambruna, ahora con una profecía de advertencia. Agabo tomó el cinto de Pablo, se ató las manos y los pies y dijo: “Así atarán los judíos en Jerusalén al hombre a quien pertenece este cinto, y lo entregarán en manos de los paganos” (Hch 10,11).
El aóstol Pablo le dijo al profeta que hablaba en nombre del Dios Altísimo: “Yo estoy dispuesto, no sólo a ser encadenado, sino que estoy dispuesto a morir en Jerusalén por el nombre de Jesús, el Señor” (Hch 21,13).
El apóstol Pablo tenía la encomienda de parte de Dios de regresar a Jerusalen, era una misión, había sido asignado para ir a dar fe del poder transformador de Jesucristo ante los cristianos que él antes perseguía. Aquella era una misión especial.
Este es uno de los pasajes bíblicos en el que totalmente sacado de contexto hayan inspiración algunos hermanos en la fe, predicadores y laicos para desobedecer las recomendaciones actuales de quedarse en sus casas. Hay personas que no sólo desobedecen el llamado sinó que con sus predicaciones y haciendo uso de algunos pasajes biblicos instan a los hermanos a unirse a su desobediencia.
Pablo sabía que Dios lo podía librar de la cárcel, pero estaba dispuesto a ir a Jerusalen, aunque Dios no le librara. Esta posición era muy diferente a su primera experiencia en Jerusalen cuando los discípulos tuvieron que sacarlo de noche en una canasta, bajandolo por el muro de la ciudad. (Hechos 9:26) para que no lo mataran.
Mucho tiempo después Pablo determinó regresar a Jerusalen y estando en Cesaréa le salió al encuentro Agabo el profeta que le había profetizado en Antioquía sobre la hambruna, ahora con una profecía de advertencia. Agabo tomó el cinto de Pablo, se ató las manos y los pies y dijo: “Así atarán los judíos en Jerusalén al hombre a quien pertenece este cinto, y lo entregarán en manos de los paganos” (Hch 10,11).
El aóstol Pablo le dijo al profeta que hablaba en nombre del Dios Altísimo: “Yo estoy dispuesto, no sólo a ser encadenado, sino que estoy dispuesto a morir en Jerusalén por el nombre de Jesús, el Señor” (Hch 21,13).
El apóstol Pablo tenía la encomienda de parte de Dios de regresar a Jerusalen, era una misión, había sido asignado para ir a dar fe del poder transformador de Jesucristo ante los cristianos que él antes perseguía. Aquella era una misión especial.
Este es uno de los pasajes bíblicos en el que totalmente sacado de contexto hayan inspiración algunos hermanos en la fe, predicadores y laicos para desobedecer las recomendaciones actuales de quedarse en sus casas. Hay personas que no sólo desobedecen el llamado sinó que con sus predicaciones y haciendo uso de algunos pasajes biblicos instan a los hermanos a unirse a su desobediencia.
Pablo sabía que Dios lo podía librar de la cárcel, pero estaba dispuesto a ir a Jerusalen, aunque Dios no le librara. Esta posición era muy diferente a su primera experiencia en Jerusalen cuando los discípulos tuvieron que sacarlo de noche en una canasta, bajandolo por el muro de la ciudad. (Hechos 9:26) para que no lo mataran.
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