Sunday, May 13, 2018

Eliezer Taveras - UNA INTERSECION COSTOSA.

Muchas veces he visto personas tomar un único versículo de la Biblia para sacar de allí una conclusión, ignorando las reglas y principios que deben ser considerados en la interpretación.

En Isaías 28 la Biblia nos enseña cómo Dios se revela a nosotros: Un poquito aquí, un poquito allá. Parece que Dios lo ha hecho así:

• Para que nos ejercitemos en la búsqueda, en la lectura, porque mientras estudiamos diferentes pasajes, escritos en contextos diferentes (por diferentes personas, en diferentes situaciones, dirigidos a gente diferente, etc.), nuestra vida es transformada.

• Porque Dios no le reveló la completa verdad a una única persona. Sino que fue montando, poco a poco, el rompecabezas de la revelación.

• Porque en algunos momentos cierta revelación no podía ser dada todavía; por ejemplo, a Daniel se le reveló algo que habría de acontecer en un futuro lejano, que algunos opinan que tenía que ver con la revelación que envolvía la iglesia de Cristo (como le reveló a Juan); sin embargo todavía no era tiempo de entrar en ese tema y por eso Dios le mandó a “sellar la profecía”.

Dicho esto, voy a donde quiero ir:

Si usted lee Éxodo 32, llega a pensar que el enojo y la intención de Dios de destruir a Israel por haber hecho el becerro de oro, se le quitó con una oración de Moisés que duraría el tiempo que le tomaría a usted leer los versículos 11 al 14. Sin embargo, la realidad fue otra.

Igualmente, si usted lee Números 14, el capítulo que narra el momento cuando Israel se recusó a entrar a la Tierra Prometida, donde Dios se enojó contra Israel otra vez y le dijo a Moisés que lo iba a exterminar y que levantaría a otro pueblo, allí también parece indicar que Moisés apenas hizo una oración de intercesión de 45 segundos.

Ahora bien, si usted lee el capítulo 9 de Deuteronomio (un poquito aquí, un poquito allá), usted verá que la intercesión que Moisés hizo por el pueblo le costó más que una frase de 45 segundos. Vea lo que dice la Biblia que hizo Moisés en Horeb, donde el pueblo hizo el becerro de oro:

“Luego me postré delante de Jehová, y como antes hice, durante cuarenta días y cuarenta noches no comí pan ni bebí agua, a causa de todo el pecado que habíais cometido haciendo el mal ante los ojos de Jehová para enojarlo. Porque temí a causa del furor y de la ira con que Jehová estaba enojado contra vosotros hasta querer destruiros. Pero Jehová me escuchó una vez más. Contra Aarón también se enojó mucho Jehová hasta querer destruirlo. Yo también oré por Aarón en aquel entonces…” (Deuteronomio 9:18-21).

¡Qué diferencia a lo que dice en Éxodo 32!

Igualmente, observe lo que hizo Moisés cuando el pueblo se recusó entrar a la Tierra Prometida y Dios quiso destruir al pueblo:

“»Me postré, pues, delante de Jehová; cuarenta días y cuarenta noches estuve postrado, porque Jehová dijo que os había de destruir. Y oré a Jehová diciendo: Señor Jehová, no destruyas a tu pueblo, a la heredad que has redimido con tu grandeza y que sacaste de Egipto con mano poderosa. Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob; no mires la dureza de este pueblo, su impiedad ni su pecado…” (Deuteronomio 9:25-27).

¡Cuarenta días de ayuno y oración en intercesión! Wow, y yo pensé que había sido solo una frase de 45 segundos. Bueno, esto confirma lo que dije al principio, pero también nos muestra que la intercesión tiene un precio ¿Estaremos nosotros dispuestos a pagarlo?

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