El presidente electo Donald Trump no tiene una varita mágica para revertir el daño que le hizo la pasada administración a los fundamentos básicos de la nación.
A Trump le va a ser dificil controlar, mucho menos bajar la deuda pública de Estados Unidos la cual ha aumentado en un 80%, alcanzando los 19 billones de dólares en la presidencia de Barack Obama.
A Trump le va a ser dificil, si no imposible revertir las leyes de todos los estados de la nación que legalizan el matrimonio entre dos personas del mismo sexo.
A Trump le va a ser dificil regresar a suelo americano las empresas privadas que se desviaron hacia Mexico, Japón, China y otros países de fuera.
A Trump se le va a hacer muy dificil cerrarle las puertas a la inmigración de gente que históricamente han sido enemigos de Estados Unidos y que desde que salen del vientre de sus madres son entrenados a odiar a los Estados Unidos, ya que las leyes migratorias se acomodaron para que ellos esten en la misma categoría de los de otros países que vienen a trabajar en agricultura y ocupar los trabajitos que el americano no quiere hacer.
Donald Trump tiene una papa caliente en sus manos y todo el daño que ha causado las administraciones pasadas, incluyendo las de los gobiernos del partido republicano, que tienen repercuciones a largo plazo, será usado en su contra en esta jornada que le espera.
Al final o como dice un amigo grigo "at the end of the day, los grandes perdedores en este juego politico somos los de abajo. Los que tenemos que levantarnos cada mañana a trabajar luchando sin descanso para ganar el pan con el sudor de nuestra frente.
Es por eso que nuestra posición debe ser la que nos ordena la Biblia y es orar por los que están en eminencia para que Dios les de la sabiduría para que gobiernen con inteligencia.
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