"Qué hay de malo en amar, qué hay de malo en sentir, que hay de malo en ser joven y vivir" dice el estribillo de una canción popular.
En pleno cumplimiento de la profecía de Isaías 5:20, la sociedad llegó a donde iba con relación a llamarle a lo bueno malo y a lo malo bueno. De hecho, la sociedad que nos ha tocado vivir se fué un poco más lejos de lo que anticipó el profeta, porque no sólo le llama bueno a lo malo, sinó que ha logrado con éxito venderle esa idea a los sectores más conservadores, entre los que se encuentra el pueblo evangélico.
Cuando nosotros, los que nos queda el grato recuerdo de lo bueno, hablamos del bien y del mal, la gente nos mira con caras extrañas, como si fuésemos seres extraterrestres, porque simple y llanamente no entienden qué de malo hay en las cosas buenas que tiene la vida.
El problema de las cosas buenas que tiene la vida es que éstas pertenecen a un conjunto de cosas, que no son tan malas y otras que sí son malas y que sin duda no se pueden separar porque son parte de una totalidad.
Cuando una niña que fue formada bajo principios morales y espirituales sale con un disparate, un embarazo no deseado, un cambio en su preferencia sexual. Cuando en un acto de rebeldía que la lleva a hacer todo lo contrario a lo que le fue enseñado, todo comenzó con la permisividad. Permitirle en sus años de miña aquellas cositas que la sociedad ha aceptado como buenas, pero que forman parte del conjunto. No dejarle vivir sus años de niños, empujarlos casi con violencia hacia la adultez.
Una mujer que hoy se desnuda es porque un su niñéz se le permitió ver como algo normal la desnudes. Un joven que hoy fuma humos extraños, es porque se le permitió en su adolescencia ver como algo normal echar humo por boca y nariz. Parte de una totalidad, parte de un conjunto de cosas que no se pueden separar!
En pleno cumplimiento de la profecía de Isaías 5:20, la sociedad llegó a donde iba con relación a llamarle a lo bueno malo y a lo malo bueno. De hecho, la sociedad que nos ha tocado vivir se fué un poco más lejos de lo que anticipó el profeta, porque no sólo le llama bueno a lo malo, sinó que ha logrado con éxito venderle esa idea a los sectores más conservadores, entre los que se encuentra el pueblo evangélico.
Cuando nosotros, los que nos queda el grato recuerdo de lo bueno, hablamos del bien y del mal, la gente nos mira con caras extrañas, como si fuésemos seres extraterrestres, porque simple y llanamente no entienden qué de malo hay en las cosas buenas que tiene la vida.
El problema de las cosas buenas que tiene la vida es que éstas pertenecen a un conjunto de cosas, que no son tan malas y otras que sí son malas y que sin duda no se pueden separar porque son parte de una totalidad.
Cuando una niña que fue formada bajo principios morales y espirituales sale con un disparate, un embarazo no deseado, un cambio en su preferencia sexual. Cuando en un acto de rebeldía que la lleva a hacer todo lo contrario a lo que le fue enseñado, todo comenzó con la permisividad. Permitirle en sus años de miña aquellas cositas que la sociedad ha aceptado como buenas, pero que forman parte del conjunto. No dejarle vivir sus años de niños, empujarlos casi con violencia hacia la adultez.
Una mujer que hoy se desnuda es porque un su niñéz se le permitió ver como algo normal la desnudes. Un joven que hoy fuma humos extraños, es porque se le permitió en su adolescencia ver como algo normal echar humo por boca y nariz. Parte de una totalidad, parte de un conjunto de cosas que no se pueden separar!
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