Saturday, August 27, 2016

Usnavy, Dansisy... los nombres cubanos que sorprenden a los extranjeros.



Pese al paso del tiempo y a las modas, nombres como José, Juan, Ana o Isabel continúan siendo populares en América Latina. Pero en algunos países -como Venezuela, Uruguay o Cuba, por mencionar sólo a algunos- los padres le ponen imaginación cuando se trata de elegir un nombre para sus hijos.
Y si a veces es difícil entenderlos para los extranjeros, imagínese la sorpresa que se llevó la corresponsal de la BBC en Cuba, Sarah Rainsford, cuando llegó por primera vez a la isla y se dio cuenta de que todo lo que sabía de español no era suficiente para entender el nombre de la persona con la que estaba hablando.

Desde La Habana, Rainsford nos envió sus impresiones.
Como periodista en Cuba, plantear ciertas preguntas puede llegar a ser complicado. Pero jamás me hubiese imaginado que preguntar cómo se llama una persona se convertiría en un obstáculo.

Mi problema es que, en la mayoría de los casos, no entiendo la respuesta. Y ojo, que eso no se debe exclusivamente a que soy inglesa. Mis colegas cubanos tienen a veces el mismo inconveniente.
Resulta que hoy día es bastante poco común toparse con un simple Miguel o María. Pues a la hora de nombrar a sus vástagos, los cubanos optan por experimentar.

"Deberías hablar con ella", me dice riendo la directora de una escuela a la que fui de visita, señalándome a una de las jóvenes maestras, sentada en un banco pequeño de esta antigua mansión de estilo español.
Su nombre, me dice, es Daneisys.

"Perdón... ¿cómo se escribe?", me veo forzada a preguntar. Ella me dice -de una forma que denota que ya lo ha dicho varias veces- que "es una combinación del nombre de sus padres: Daniel y Deisy, de ahí Daneisys".

 Niños cubanos en la escuela

Para las maestras, aprenderse los nombres de los niños es toda una tarea.
Una de sus alumnas se llama Odlainer, que es el nombre de su padre Reinaldo, escrito al revés. Otra, Zulkary, le debe su nombre a la protagonista de una antigua telenovela.

Revisando un periódico de jóvenes cubanos, encontré un artículo con una entrevista a una académica. Ella hacía un llamado para que el personal de los hospitales ayudase a los padres a elegir con más cuidado el nombre de sus bebés.
La entrevistada decía que nombrar a un hijo de forma tal que estos tuvieran que dar continuamente explicaciones podía dañarlos moralmente.

La fiebre por la "Y"

Inmediatamente después de la revolución de 1959 se produjo un aumento notable de Fideles, Raúles y Ernestos.

Pero no fue sino hasta los años 70 que la imaginación de los cubanos comenzó a desplegar verdaderamente sus alas. Allí fue cuando la letra "Y", que rara vez aparece en los nombres en español, se convirtió en la favorita de los futuros papás y mamás, dando lugar a Yulieski, Yumilis y Yaraleidis, entre otros.
Incluso hasta los nombres comunes y corrientes se vieron asaltados por la Y. Daniel, por ejemplo, se convirtió en Yaniel.

Era parte del deseo de ser diferente, de afirmar la propia autonomía, en un país   donde el Estado controla casi todo. O tal vez una manera de aferrarse al color caribeño en una nación cada vez más uniforme.
Sin embargo, para el escritor Jaime Sarusky, éste fue un movimiento positivo. "Se trataba de ser original, de estar acorde con la época", dice mientras conversamos en su departamento el barrio de Vedado.

La popular bloguera disidente Yoani Sánchez bautizó a su blog Generación Y precisamente por la moda de estos nombres exóticos.
La costumbre de poner nombres con Y se fue perdiendo con los años, pero fue reemplazada por otras tendencias. "Hubo Dansisy, por ejemplo", cuenta Saruksy en referencia a la época en que se inventaban nombres distorsionando palabras en otro idioma.
"Eso quería decir que bailaba bien (por dance easy, en inglés), luego estaba Dayesi, que es "sí" en tres idiomas".

Pero por más extraños que fuesen los resultados, nadie recuerda que las autoridades hayan intervenido para frenar estas ocurrencias. Y en cuanto al daño moral, parece al menos que no son los niños los que están sufriendo.

"Es muy complicado cuando recibes la lista de alumnos por primera vez", explica la maestra Daneisys. "No sabes quiénes son los niños y quiénes las niñas, y escribirlos correctamente es una pesadilla", añade.

A la vuelta de la escuela, los vecinos conversan animadamente en la vereda bajo el rayo del sol.
"¡Eddimary ven aquí!", le grita una madre a su niña que acaba de salir corriendo con un dulce en la mano. ¡Por lo menos ningún otro niño da vuelta la cabeza!

Más lejos en la calle, me encuentro con un hombre llamado Pablo y otro cuyo nombre es Ernesto (que además lleva tatuado en su brazo la imagen de Ernesto "Che" Guevara). Sin embargo, estos opciones más ortodoxas son hoy día una minoría.

"Muchos aquí se llaman igual que los barcos que han visitado Cuba", me cuenta con aprobación una mujer llamada Yamileisis. Usnavy es el más común (por US Navy, o en español, Marina estadounidense).

Y luego conocí a Noslenis. "Is Nelson, el nombre de mi papá, pero deletreado de atrás para adelante", me dice incrédula ante mi expresión de asombro.

"No me parece raro", dice su madre mientras yo giro la cabeza tratando de entender. "Mi nombre es Meylin", me cuenta. "Me llamó así por la marca de carne enlatada que los cubanos solíamos recibir con nuestra tarjeta de racionamiento".

Fuente: http://www.bbc.com/mundo/noticias/2012/06/120618_nombres_cubanos_lp.shtml

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